Una de los mejores recuerdos que tengo de la época del instituto es cuando volvía a casa de vez en cuando en moto.
Yo no tenía moto, y ni se me había pasado por la cabeza tenerla, pero mi amigo Fernando sí tenía, aunque en realidad era de su hermano. Era una Derbi Diablo Super, como la que se ve a continuación.
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Derbi Diablo Super |
Recuerdo la emoción de enfilar la recta de la calle Talamanca y comenzar la bajada del pequeño paso subterráneo bajo las vías del tren. En el momento de la bajada era cuando alcanzábamos la mayor velocidad y toda la moto vibraba exageradamente. La vibración era de tal intensidad, que se transmitía por todo mi cuerpo de manera inevitable. Esa mezcla de velocidad y vibración era muy placentera y realmente adictiva.
Algunas tardes de verano íbamos con la moto a tomar una cerveza a
La Zona, concretamente al bar
La Parada. Para mí el bar no tenía nada especial, y es posible que fuésemos a él, no lo sé, porque era muy cómodo aparcar frente a su puerta.
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