domingo, 13 de noviembre de 2016

Mis motos: Husqvarna TE 350

Cansado de penar por lo verde con la Super Ténéré, decidí comprarme una moto más ligera y que no se rompiese tanto al caer.
La Husqvarna fue mi segunda moto. Ésta sí era una auténtica moto de campo, para lo bueno y para lo malo: Podías hacer Mucho campo, pero tenías que olvidarte de hacer viajes.
La compré porque mi amigo Josetxu tenía una idéntica. Me dejó probarla en una ocasión y me gustó lo manejable que era. Lógicamente pesaba muuuuucho menos que la Super Ténéré...


Por aquélla época me compré un remolque para dos motos con un amigo, que era el complemento ideal para sacarle rendimiento a la moto: Podíamos transportar las motos de campo a cualquier lugar lejano y viajar con las ventajas de ir en coche (capacidad de carga, comodidad, etc.)

A esas alturas del siglo XX ya había comenzado a equiparme para el campo: Botas con protecciones, casco de cross, rodilleras (muy cutres, pero rodilleras al fin y al cabo), pantalones de campo y camisetas (todas de saldillo), guantes...y  hasta un peto.
Recuerdo que hicimos una ruta de varios días por en norte, recorriendo zonas de monte muy despobladas de Burgos y La Rioja.
Husqvarna TE 350. La Rioja.

La moto tenía cosas muy buenas, principalmente su manejabilidad tanto por su ligereza como por el tipo de motor (cuatro tiempos). Sin embargo, como nada hay perfecto, también tenía sus defectos, que para mí se resumían todos en el arranque:

El momento de arrancar era lo más temido: Cuando la moto decía que no quería arrancar, pues no arrancaba, ¡y punto! Daba igual que estuviese fría o caliente, con starter o sin starter, con el grifo de la gasolina abierto o cerrado...probabas todas las combinaciones posibles y que no, que no arrancaba. Además no tenía motor de arranque, como casi todas las motos de enduro de la época, así que había que liarse a darle patadas a la palanca de arranque hasta que arrancaba (cuando quería) o hasta que parabas agotado o un amigo te hacía el relevo. Y ahora que recuerdo, para complicar más el arranque, la moto tenía la palanca de arranque en el costado izquierdo, cosa que iría fenomenal para los zurdos, supongo (yo no lo soy). En ocasiones no arrancada ni a tirón, que ya es raro. Cuando parabas en llano, pues simplemente la posibilidad de arrancar a tirón casi no existía (a no ser que alguien la empujase). Sin embargo recuerdo que el chaval que me la vendió la consiguió arrancar a la segunda patada. Yo alguna vez también conseguí la misma hazaña, aunque he de reconocer que pocas veces. De tanto darle patadas a la palanca de arranque, ésta se fue dañando (al final del recorrido daba contra la estribera) y terminó por partirse. Afortunadamente el padre de mi amigo Fernando era tornero y me hizo una nueva más resistente..

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